HOMILIAS
DE LA NOVENA DE LA VIRGEN DEL CONSUELO CELEBRADA EL MES
DE MAYO DEL 2006
*
Primera homilía: La Virgen
en la vida de los Santos (San Isidro)
*
Segunda homilía: La Virgen
del Consuelo en La Solana
*
Tercera homilía: El crucifijo
de Maria Antonia
*
Cuarta homilía: Maria Antonia
la Vidente de la Virgen
*
Quinta homilía: El Angel Adelín con la
Virgen
*
Sexta homilía: La Virgen del
Consuelo ¿es María de Nazaret?
*
Septima homilía: La Virgen
del Consuelo y su ayuda al pobre
*
Octava homilía: La Virgen del Consuelo y su tiempo
*
Novena homilía: La Virgen del Consuelo en el
año 2006
PRIMERA
HOMILIA
La
Virgen en la vida de los Santos. Dedicado a San Isidro.
Por
Julián Martín Martín
Hoy
celebramos en nuestra comunidad el final del Triduo a
San Isidro y el primer día de la Novena de la Virgen
del Consuelo; por ello, nos hemos preguntado si San Isidro
tuvo alguna experiencia cercana con la Virgen; y me he
quedado gratamente sorprendido al ver lo que cuenta la
historia de este santo madrileño.
San
Isidro era un gran devoto de la Virgen de la Almudena,
así como Santa María de la Cabeza , santa
española, esposa de san Isidro Labrador. María
Toribia, su verdadero nombre, nació en Uceda y
vivió en Torrelaguna hasta que conoció a
san Isidro, que había huido a esta localidad tras
ser conquistado Madrid por los almorávides, y se
casó con él.
Se
cuenta en su biografía que se le aparecía
la Virgen María y que Maria de la Cabeza cruzaba
el río Jarama extendiendo su mantilla sobre las
aguas.
El
matrimonio tuvo un hijo que un día se cayó
a un pozo; ambos esposos rezaron hasta que milagrosamente
las aguas subieron hasta el brocal devolviéndoles
el niño sano y salvo. Esta entrañable historia
la cuentan así un libro de la época:
"
Brotaban por encima y guarnecían La parda margen
del cristal sonoro, Porque de Luna candida servian Del
Almudena a los coturnos de oro: Con las aguas del Cielo
competian Juzgando el suyo por mayor decoró, Cuanto
es más gloria que bañar estrellas, Besar
la nieve de sus plantas bellas.
Llegó
Isidro temblando, y con respeto Su hijo abraza, y el de
Dios mirando Las lágrimas le sirven de conceto,
Callando habló, y enmudeció llorando, Ponele
en tierra, y el placer secreto A que el paterno amor le
está obligando, En remitirle al Templo se resuelve
Y a quien dos veces se le dio le vuelve.
Tenia
de la mano el niño asido La Virgen celestial, que
al mundo ampara, Y en el niño en el pecho entretenido
Atento al Sol de su divina cara: Enjuto de las aguas el
vestido Como si en ellas el Jordan pasara, Que mejor Josué
le conducía Dando virtud al brazo de María".
¿Verdad
o mentira? ¿Grandeza o misterio?. No lo sabemos,
pero algo de verdad y realidad está en este misterio
escondido, y es que el amor a la Virgen pueden llegar
a hechos como este sino miremos ahora a Maria Antonia,
una solanera, sencilla, pobre y trabajadora, pero profundamente
amante de la Virgen; ella sin esperarlo se encontró
con la Virgen cara en el interior del templo de Santa
Catalina... si Maria de la Cabeza cruza un rio porque
la Virgen le pone una mantilla en el rio,y si a Maria
Antonia le saca la Virgen, los panecillos que estaban
en el horno ¿no podemos ver en ellos un milagro
relacionado con la naturaleza donde la Virgen actúa
para que la sigan?, En un caso para estar con ella cruzando
el río , en el otro caso para que no la dejara
por culpa del pan.Pongamos unas gotas de fe en este misterio
y reconozcamos que algo pasó en este templo entre
Maria Antonia Parra y la Virgen del Consuelo. Sobre todo
este misterio hablaremos los próximos ocho días.

SEGUNDA
HOMILIA --
La Virgen del Consuelo
en La Solana
Por
Antonio Campillo Briones
Queridos
hermanos: Quiero que mis primeras palabras sean de agradecimiento
al señor cura y sacerdotes de esta Parroquia de
Santa Catalina por invitarme a participar en este novenario
a la Santísima Virgen del Consuelo. Y sobre todo
gracias a ellos por sacar un poco de las cenizas del olvido
esta devoción, que es exponente de de la fe secular
de los fieles de este pueblo, y de la veneración
que legaron nuestros antepasados a las futuras generaciones
a nuestra Madre del cielo, en este año que la Parroquia
quiere rehabilitar, no sin especial providencia, la memoria
y culto de la Virgen del Consuelo.
Pues
es justo reconocer, y así lo hacemos, que gracias
al impulso e iniciativa de ellos estamos reviviendo en
estos días de la novena lo que el pueblo de La
Solana vivió, prodigiosamente, un día 25
del mes de Mayo del año 1850: La aparición
de la Virgen del Consuelo a Mª Antonia, ocurrida,
como todos sabemos, en la Capilla de san Ildefonso de
esta misma Iglesia parroquial:
“
Un 25 de Mayo, la Virgen se dejó ver a esta joven
piadosa, con profunda fe popular, que frecuentaba la Iglesia
para sus rezos y ayudaba a los pobres que lo necesitaban.
Y en medio de resplandores, se apareció la Virgen
del Consuelo con su Niño en brazos, mostrando su
corazón, y acompañados del ángel
Adelín.
María
Antonia escribió: “En mi pena consuelo buscando
tus dolores, María, contemplo, de mi villa Solana
en su templo, donde mi alma se goza sin fin; veinticinco
de mayo fue el día en el mil ochocientos cincuenta,
y ese cuadro a mi vista presenta con María, Jesús
y Adelín .
La
Virgen le pidió a María Antonia que hiciera
una estampa con su imagen según le dijera y que
la llamara, desde ahora, Madre del Consuelo, porque a
ella acudían los afligidos a los que siempre consolaba.”
Y
la Iglesia, a quien los sacerdotes representan, muy prudente
en sus juicios, no sólo justifica el culto a la
Virgen Maria en todas sus manifestaciones, sino que trata
de promoverlo entre los creyentes, recomendando los ejercicios
de piedad y culto que alimentan la fe y la devoción
hacia ella.
Es
lo que hacemos en este novenario en el 156 aniversario
de la aparición de la Virgen del Consuelo ante
su imagen…la imagen de la Madre de Dios, como Ella misma
quiso ser representada…Amparo, protección y bálsamo
consolador para sus hijos, y con el niño Jesús
mostrando de su costado abierto el amor de su corazón.
Imagen
de la Virgen del Consuelo presentes en muchos de nuestros
hogares, y sobre todo en nuestra Iglesia Parroquial, en
el mismo sitio donde ella se dejó ver. Y desde
entonces, más de un siglo, su imagen nos hace más
cercana y casi visible, su ternura maternal,…la ternura
maternal de Nuestra Señora, al tiempo que nos invita
a poner en ella nuestros ojos para pedir confiadamente
su protección, ya que ella misma quiso ser invocada
con este dulce título del “consuelo”.
Es el objeto, digo, de este novenario en el centenario
de su aparición…y al tiempo que nos “consuela”
, nos “consolida” en la fe, consolar =
consolidar…consolidar es sinónimo de su acción
de consolar.
Así
hoy, una vez más, miramos a la Virgen del Consuelo,
sin olvidar que es ella la Virgen de Nazaret, mujer de
nuestra raza, mujer sencilla, solícita y en comunión
total con Dios. Ella es el principio natural del ser natural
de Cristo, que al dárnoslo a nosotros en ese niño
con el corazón abierto, es también el principio
del ser de Cristo en cada uno de nosotros, los creyentes.
La virgen de Nazaret, en su advocación de Virgen
del Consuelo, es un valor muy nuestro, porque ella, con
su aparición en esta Iglesia, quiso estar de esta
forma muy cercana a nosotros.
Ella
es la Madre del Mayor Consuelo… supo estar al lado de
su Hijo durante los momentos más difíciles
ofreciéndole su consuelo; Ella es la Madre del
consuelo, que acompañó a los necesitados,
a su prima santa Isabel cuando necesitaba su compañía
y ayuda, cuando fue de prisa a la montaña a servirla
en su necesidad, es la "virgen oferente", que
supo entregar a Dios lo más precioso que podemos
dar, que es nuestra vida en servicio a los demás
y nos da a nosotros, junto con el consuelo en los momentos
difíciles de nuestras vidas, lo más precioso
que tiene una madre, que es su propio hijo Jesús:
Consuelo radical en nuestra experiencia existencial,
El
sacerdote que escuchó cómo debía
ser la imagen según había dicho la Virgen
del Consuelo a María Antonia dejó escrito:
"La imagen debe ser de cuerpo entero, con un
vestido alegre, y un manto igual, y la punta izquierda
del manto estará sobre el brazo derecho de la Señora;
y el Niño que tendrá unas lagrimitas en
sus ojos, llaguitas en sus manos, heridito el corazón.
Sus manos en acción de abrirse al pecho para enseñar
su corazón”.
Es
la imagen del Sagrado Corazón en Jesús niño,
antes de las apariciones del Sagrado Corazón de
Jesús a santa Margarita Mª de Alacoque y al
P. Lacomlobier.
María
Antonia García Parra, se retiró del mundo,
como sabéis, ingresando en las Religiosas Concepcionistas
de Manzanares. En muchas ocasiones María Antonia
había visitado a la Virgen de los Dolores para
meditar su soledad, ahora, ella, sería la compañera
de la Virgen y estaría toda su vida con ella. Nada
tenía sentido sino no era abandonarlo todo por
aquélla que, con su Sí, cambió la
humanidad. Por eso, Sor Maria Antonia, se dedicó
a rezar y ser el consuelo de la humanidad dolorida desde
la clausura de los claustros de su convento. De ella tenemos
una venerada reliquia: Su crucifijo:
Es
el crucifijo de Sor Maria Antonia García Parra;
el crucifijo que llevaba en su hábito cuando en
torno a los años 1855-1857 dejó la vida
solanera e ingresó en el convento. Esta cruz era
parte de su hábito monjil hasta su muerte. Con
ella vivió y con ella murió. Esta
cruz fue entregada a los familiares de Maria Antonia que
la guardaron como una reliquia. Se dio la circunstancia
que uno de sus familiares, regaló esa cruz-reliquia
a nuestra familia, por cierto agradecimiento, contando
de Maria Antonia, que la Cruz–reliquia la acompañó
en vida y abrazada a ella murió.
Durante
tres generaciones la hemos tenido, conservando la devoción
a la Virgen del Consuelo, y la propagación de su
culto, incluso en tierras americanas donde un sacerdote
de la familia misionero en el Perú, la ha predicado
y extendido por aquellas tierras. Y
con ocasión de este nuevo impulso de actualización
renovada del culto a la Virgen del Consuelo, el crucifijo
de Sor Maria Antonia hoy es ofrecido a la Parroquia, como
venerada reliquia y el provecho espiritual de todos.
Termino
con las palabras del Señor Obispo a las que me
uno con mis mejores deseos y plegarias: “ que todas
estas actividades redunden en bien espiritual de los fieles
de esa parroquia, que, sin duda, verán acrecentada
su devoción a la Virgen. Con ella, como Madre,
en torno al Señor Resucitado, presente en la Eucaristía,
se fortalecerán (se consolidarán) como cristianos
y harán de sus vidas comprometidas en favor de
los más necesitados un testimonio atrayente para
todos los que los contemplen…Que así sea Amen.

TERCERA
HOMILIA --
El Crucifijo de Sor
Maria Antonia.
Por
Francisco Jiménez González
Como
sabéis, y ya hemos dicho algún día
de esta novena, repasando la vida de María Antonia
García Parra, por la que nos viene la devoción
a la Virgen del Consuelo, que ella, después de
las apariciones, se retiró del mundo, ingresando
en las Religiosas Concepcionistas de Manzanares. En muchas
ocasiones María Antonia había visitado a
la Virgen de los Dolores para meditar su soledad. Por
eso, Sor Maria Antonia, ya durante toda su vida, se dedicó
a rezar y ser el consuelo de la humanidad dolorida desde
la clausura de los claustros de su convento. Le sirvió
de ayuda en su devoción la venerada reliquia personal
que de ella tenemos: Su crucifijo:
Es
el crucifijo de Sor Maria Antonia; el crucifijo que llevaba
en su hábito cuando dejó la vida solanera
e ingresó en el convento. Esta cruz era parte de
su hábito monjil hasta su muerte. Con ella vivió,
“con-sufriendo” con Cristo crucificado y con
ella murió, participando en su muerte y resurrección:
“Con-muertos con Cristo…con-resucitados con Él”
que diría san Pablo.
El
crucifijo de Sor Maria Antonia, en un relicario de la
época de austera belleza, desde hoy estará
expuesto en la Parroquia, a los pies de la imagen de la
Virgen del Consuelo, como venerada reliquia y para el
provecho espiritual de todos. Provecho
y fruto espiritual al venerar esta reliquia tan personal
de Mª Antonia, que es como una invitación,
para meditar y contemplar los sufrimientos de Cristo en
el Calvario, y la soledad de la Virgen, como tantas veces
hacía ella en esta misma Capilla, recibiendo el
consuelo de la Virgen en su aparición.
Hoy
nosotros queremos celebrar la memoria de Mª Antonia,
meditando sobre su crucifijo: Así, pues, esta reliquia
del crucifijo de Mª Antonia nos habla ante todo del
valor salvífico de la Cruz. Jesús, humillándose
hasta la muerte, nos dice san Pablo, y la muerte de Cruz,
ha sido exaltado para convertirse en Señor del
cielo y de la tierra. Todos los que miran y siguen la
Cruz de Cristo serán sanados, “consolados”,
y alcanzarán la salvación. El cristiano,
por tanto, no solo no tiene que avergonzarse ni escandalizarse
de la cruz de Cristo, sino que tiene que llevarla en triunfo,
honrarla, exaltarla, como nosotros queremos hacer con
esta reliquia.
Es
un gozo pensar que estamos reunidos en el mismo lugar
de la aparición de la Virgen del Consuelo, y esto
es un estímulo, como os decía en un día
pasado, para vivificar y confirmar nuestra propia fe,
según el ejemplo que recibimos de Mª Antonia.
Es una providencial ocasión para encontrar al Señor,
reavivar nuestra fe, y participar en sus misterios, según
el amor del Corazón abierto del Niño Jesús
cuyo amor de su corazón cristaliza, como en una
foto instantánea, en la cruz: El crucifijo de Mª
Antonia.
Jesús
reina desde la Cruz
En
la cruz no está un malhechor; el Crucificado es
el Rey de los judíos. “ Jesús el Nazareno,
el Rey de los judíos ”, mandó escribir Pilatos.
(Jn 19,19). El Crucificado es efectivamente el Rey del
mundo.
La
Cruz es la insignia de Cristo victorioso del pecado y
de la muerte. Dios vence precisamente cuando, humanamente,
parece vencido; Dios da su vida cuando su sangre es derramada.
La sangre preciosísima de Jesucristo… sangre de
la nueva y eterna Alianza, que el Padre ha sellado con
la humanidad, y que nosotros actualizamos en cada una
de nuestras eucaristías… Y
Jesús reina con su amor y desde su amor
¿Por
qué ha muerto Jesús? Primero por amor al
Padre: “s e hizo obediente hasta la muerte y la muerte
de Cruz ”, dice san Pablo (Fil 2,7)… Y también
por nuestro amor. Por el amor de todos, de cada uno, por
mí. Dice Juan: “ Tanto amó Dios al mundo
que dio a su Hijo único, para que todo el que crea
en él no perezca, sino que tenga la vida eterna
” (Jn 3,16.)
El
Hijo se entrega en manos de su Padre por nuestro amor
y en nuestro lugar: para reconciliarnos con el Padre.
De hecho, dice de nuevo Pablo: “ me ha amado y se ha entregado
a sí mismo por mí ” (Gal 2,20).
En
la cruz levantada sobre el Gólgota, cuyo icono
es la cruz que de esta reliquia del crucifijo de Mª
Antonia, se manifiesta el corazón eterno de Dios,
que “ es amor” (1Jn 4,16), a través de
las palpitaciones humanas del Corazón de su Hijo,
que en la aparición de la Virgen del Consuelo,
aparece aún siendo Niño: “nos amó
y nos envió a su Hijo como propiciación
de nuestros pecados” (1Jn 4,10). Y entonces comprendemos
que la historia, la verdadera, está dominada por
Cristo, no con las armas ni con el miedo, sino con el
amor: “ Cuando yo sea elevado de la tierra atraeré
a todos hacia mí ” (Jn 12,32).
La
cruz no es pues el anuncio de un triste destino de sufrimiento
y de muerte. Es por el contrario un mensaje triunfal de
vida: La cruz es el “consuelo” de nuestra vida, según
la frase de san Pablo: Porque “todo lo puedo en Aquél
que me conforta” ( Fil 4,13).” y es el camino de
Resurrección: “ Con-muertos con Cristo…con-resucitados
con Él”, en frase de san Pablo.
Me
viene muy bien invocar aquí la invitación
que la Iglesia hace a todos en la tarde del Viernes Santo:
“ Ecce lignum crucis in quo salus mundi pependit. Venite
adoremus ” (“Mirad el árbol de la Cruz, -mirad
esta reliquia-, donde estuvo clavada la salvación
del mundo. Venid a adorarlo”. “ quien cree en Él
tendrá “la vida eterna” (Jn 3,14-15).
Seguir
a Cristo cargado con la cruz
Ahora
podemos entender mejor las palabras de Jesús: “
Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí
” (Mt 10,38). Jesús no nos pide, sobre todo, honrar
la Cruz, sino imitarlo, seguirlo, tomar cada día
la propia cruz, ya que Jesús “sufrió
por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos
sus huellas” (1Pe 2,21).
Por
eso Pablo nos invita a llevar “siempre en nuestros
cuerpos y por todas partes el morir de Jesús, a
fin de que también la vida de Jesús se manifieste
en nuestro cuerpo” (2Cor 4,10). Ello significa abandonar
nuestros modos humanos de ver y juzgar, para entrar en
la lógica de Dios: lógica de humildad, de
pobreza, de renuncia a toda la violencia, lógica
de paz y la lógica del perdón, como hizo
Jesús desde la cruz. Estar con los demás
hermanos, a su servicio. Sólo así puedo
decir con Pablo: “ Ahora me alegro por los padecimientos
que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que
falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo,
que es la Iglesia ” (Col 1,24).
Este
sería el fruto espiritual del mensaje que nos da
esta reliquia de Mª Antonia… crucifijo a la que ella
estuvo muy unida en su vida, participando en los sufrimientos
de Cristo, llevando su propia cruz, y por medio de ella
empezar a gozar con su muerte de la gloria de su resurrección.
Por
tanto al venerar el crucifijo– como hacemos en esta fiesta
- no puede limitarse a besar un trozo de madera; nuestra
adoración tiene por meta a Aquél que ha
dado su vida en la cruz, para comunicarnos a nosotros
la vida. Y cuando la besemos, podemos repetir la oración
de San Francisco: “ Te adoramos, Señor Jesucristo…
y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo ”. Amen.

CUARTA
HOMILIA
Maria Antonia la
vidente de la Virgen.
Por
Julián Martin Martín
El
papel del/a vidente, testigo privilegiado, si no único,
de la aparición de la virgen, se hace preponderante
y necesario la ejemplaridad de su vida, de hecho , los
niños videntes como los de Fátima, son hoy
día, objetos de procesos de beatificación.
Son personas sencillas “ de servicio” pastores, niños
y niñas y jóvenes de buena voluntad, entre
estas personas sencillas y buenas, tenemos a Maria Antonia
García Parra y Naranjo, y sabemos por su época,
su barrio y gentes la consideración que de ella
tenían.
Cuando
se da una aparición de la Virgen hay un grave problema
de adecuación entre la realidad vivida por el pueblo
de Dios y los mensajes atribuidos a la Virgen. Los obispos
huyen de reconocer esos hechos de la aparición,
y en muchas ocasiones no se duda en intervenir fuertemente
para poner término a estas manifestaciones que
pone en peligro la comunidad eclesial. En cambio, en
Maria Antonia todo esto se da, es una mujer buena, reconocida
por su ayuda al necesitado y al que no sabía leer,(
de hecho, su barrio de El Santo, era poblado por gente
sin cultura, trabajadores del campo, jornaleros, gañanes...
y ¡ cuánto tiempo saca Maria Antonia para
enseñar a leer a estos convecinos) . De bondad
natural cercana a la fe; esa bondad hace creíble
su experiencia a la Iglesia local,de hecho, su párroco,
Don Eusebio Maria enseguida la ayuda y escribe la novena
que la Virgen le pide, y el Patriarca de las Indias, D.
Antonio de Posada Rubín de Celis que concede 80
días de indulgencia, "al que rezare un Ave
María, una Salve o el Magnificat de esta Santísima
Imagen". Monseñor
Brunelli, Nuncio de Su Santidad en España, declara
"50 días de indulgencia, rezando una Salve
y un acto de Contrición por una vez al día
a esta imagen de la Virgen".
Por
su parte, el Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo, Don Juan
José Bonet y Orbe, declaró cien días
por cada Salve y otros por los que practiquen su Novena.
Como vemos, y llama mucho la atención, en aquel
momento de la historia, la Iglesia oficial no dudó
en la aparición de la Virgen del Consuelo en el
interior del templo parroquial.
Si
ahondamos en el tema; vemos que el siglo XIX ha sido llamado
"el siglo de María", a causa de mariofanías
que, desde la revelación de la Medalla Milagrosa
(París, 1830), se sucedieron con una frecuencia
y una amplitud hasta entonces desconocidas, culminando
en las apariciones de Lourdes en 1858, y prosiguiendo
bastante después de esta fecha. Conviene de todos
modos, sin banalizar los hechos, si ponerlos en su contexto.
Francia parece, más que nunca, ser el reino
de María , puesto que sus intervenciones más
brillantes han tenido como marco nuestro país;
pero no puede dejarse en silencio que se producen también
apariciones mariales en otros países, en los cuales
tienen una resonancia considerable, aun cuando permanezca
local. En 1877, la Virgen apareció a dos niñas
de Gietrzwaldzie, aldea de Polonia situada en el centro
de una región recientemente anexionada por Prusia;
el Kulturkampf está en su apogeo, el
ocupante quiere desenraizar a la vez la lengua polaca
y la religión católica, es decir, hacer
perder a los Polacos su identidad nacional y cultural:
la Virgen habla en polaco, invita a la oración
del rosario (específica de los católicos)
y promete su asistencia; no hace falta nada más
para volver a dar coraje a las multitudes y suscitar un
potente movimiento de resistencia al opresor. En 1879,
es en Irlanda que María se manifiesta, en Knock
Mhuire; varias personas son testigos de la aparición,
silenciosa, pero rica en símbolos fácilmente
descifrables por un pequeño pueblo aplastado: el
país está bajo la ocupación inglesa,
los Irlandeses no tienen acceso ni a la propiedad terrena
ni a los puestos en la administración, y la enfermedad
de la patata ha causado una terrible hambruna, empujando
a más de un millón de personas a emigrar
hacia los Estados Unidos; ahí también, es
toda una población la que es galvanizada por la
aparición, viendo en ella una invitación
a permanecer fieles a su fe ancestral y a esperar días
mejores. Otros hechos tienen, a una escala más
limitada, un impacto comparable: en Green Bay (Estados
Unidos, 1859), la Virgen reconforta a una comunidad "papista"
sometida a las presiones y a los abusos de la mayoría
protestante; en Ilaca (Croacia, 1866), ella vuelve a dar
a los católicos el sentimiento de su identidad,
frente a las vejaciones de que son objeto por parte de
los ortodoxos; en Marpingen (Sarre, 1876), como en Filippov
(Bohemia, 1866), la Virgen sostiene la esperanza de poblaciones
ocupadas, la primera por Prusia, la segunda por Austria;
hasta en regiones de tradición católica
que no conocen ni persecución ni invasión;
la Virgen viene a estimular el fervor del pueblo de Dios:
en 1871 en Locherboden (Tyrol), en 1888 en Castelpetroso
(Italia), donde el obispo mismo es testigo de la aparición.
En todos estos casos, la autoridad eclesiástica
ha visto la probabilidad de una intervención sobrenatural,
sancionada por la autorización de edificar una
capilla –a veces erigida más tarde al rango de
Basílica (Knock Mhurire, Filippov)–, o por el reconocimiento
canónico de la realidad de la aparición
(Gietrzwalldzie, en 1977).
Si
volvemos a Francia, nos impresiona el número de
apariciones mariales que jalonan el siglo XIX; solo se
conocen las más célebres, y son ya una decena.
El ambiente religioso que reina tras la Revolución
da cuenta en parte del fenómeno, pero esta explicación
no es suficiente. La ola de descristianización
y de persecución sangrienta que ha golpeado al
país durante un decenio, a tenido como consecuencia
la transformación en profundidad de las mentalidades
religiosas, se sentirán los efectos de ello hasta
los años 1870-1880: la piedad popular conoce un
brote de vitalidad, procesiones y manifestaciones religiosas
son devueltas a su lugar de honor, nuevas devociones surgen
(al Corazón Eucarístico de Jesús,
por ejemplo; otras, anteriormente confidenciales, llegan
a una gran difusión (la del Corazón Inmaculado
de María, sobretodo). Las fundaciones de familias
religiosas se multiplican, y los nombres de los nuevos
institutos son reveladores: numerosos de ellos se ponen
bajo el vocablo de la Virgen o de uno de sus misterios,
en particular la Inmaculada Concepción , cuya definición
dogmática interviene en 1854. Además, esta
piedad muy marial está fuertemente marcada por
un espíritu de expiación y de reparación
–es necesario "reparar" las impiedades, las
blasfemias y los sacrilegios de la Revolución –,
tema que vuelve con insistencia en ciertos mensajes
de la Virgen en sus apariciones; corre esta piedad
el riesgo de politizarse desde el momento en el que se
asimila Revolución o República, reflejo
frecuente en los medios de tradición católica,
es decir, de la mayoría de los Franceses. Considerados
como herencia de la Revolución , las sublevaciones
que conoce Francia, y también Europa entera, y
que en la segunda mitad del siglo atentan contra la soberanía
temporal del Papa, favorecen una lectura no solamente
política, sino escatológica de los signos
de los tiempos: Francia; hija primogénita de
la Iglesia , encuentra ahí el sentido de su
misión sobrenatural . Varias apariciones
mariales de final del siglo formulan mensajes de carácter
resueltamente político y escatológico, pero
ya la primera gran mariofanía del siglo autoriza
una tal lectura: las revelaciones que le son dadas en
1830 a Catherine Labouré, novicia de las Hijas
de la Caridad de la Rue du Bac, en París, contienen
visiones y palabras proféticas relativas a la situación
y al porvenir políticos de Francia, incluso si
la finalidad de las apariciones es por otra parte la difusión
de la Medalla Milagrosa .
Los
acontecimientos de La Salette (1846) marcan un giro
en la historia de las mariofanías, como lo ha
señalado Philippe Boutry: se pasa de la aparición-signo
a un tipo donde "la perspectiva pastoral que dominaba
el enfoque tridentino de la aparición da progresivamente
paso a un modelo atestatario, más factual en
sus formulaciones, más individual en sus formas
de reconocimiento, más popular en sus modos de
recepción, no sin suscitar tensiones y hasta
conflictos entre la Iglesia y los testigos, autoridad
y fieles"; el modelo de la aparición atestataria
prevalece todavía hoy en día; el ejemplo
más destacable, hasta hoy inigualable, sigue
siendo Lourdes. El papel del vidente, testigo privilegiado,
si no único, de la aparición, se hace
preponderante, la ejemplaridad de su vida es en adelante
tomada en cuenta (Catherine Labouré, después
Bernadette Soubirous, son canonizadas; los niños
videntes de Fátima son objeto de un procedimiento
de beatificación). Mélanie Calvat, la
vidente de La Salette , reivindicará hasta el
final de su larga vida la exclusividad de una lectura
de la aparición de la cual ella ha sido
testigo, entrando por ello en conflicto abierto con
la autoridad eclesiástica; no resiste la vidente
la tentación de politizar al extremo el mensaje,
revelando el secreto que le ha sido confiado
en 1846 y afirmando alto y fuerte que forma parte integrante
del mensaje de la Virgen , en tanto que la
Iglesia lo considera de otra forma. Además, varios
autores y propagandistas de la aparición, impresionados
por su carácter dramático –las lágrimas
de la Virgen , la gravedad de sus palabras–, ven aquí
un acontecimiento excepcional, único; esto es
olvidar que la Virgen ya se ha mostrado llorando anteriormente:
en Ziteil (Suiza, 1580) y en Siluwa (Lituania, principios
del siglo XVII), y que ha tenido un lenguaje de una
extrema severidad en Trois-Epis (Francia, 1491) los
mismo que en Casacanditella (Italia, 1052).
En
Lourdes (1858), los hechos son más simples, más
transparentes: la sobriedad del mensaje, la discreción
de la vidente y la toma de responsabilidad pastoral ejemplar
del peregrinaje naciente han permitido la expansión
de la gracia inicial, cuya riqueza ha sido puesta en evidencia
por la santidad fuera de lo común de Bernadette
Soubirous.
Menos
impresionantes, las apariciones de Pontmain (1877),
de Pellevoisin (1876) y de Saint-Bauzille de la Sylve
(1877), ilustran este esquema, ya que cada una contiene
elementos originales que le confieren una significación
precisa; si la última es un sobrio recuerdo de
las peticiones formuladas treinta años antes
por la Virgen en La Salette , las otras no escapan,
bien que mal, a una lectura política: en Pontmain,
la aparición coincide con la retirada de las
tropas prusianas en el oeste del país, y se atribuirá
a la Virgen no solamente la preservación de Laval,
a punto de ser asediado, sino el fin de la guerra; en
Pellevosin, la condición social de la vidente
–una "hija de servicio" (¡y solo Dios
sabe en que poca consideración se las tenía!)–
reaviva viejos prejuicios sociales y da pretexto a tentativas
de recuperación por los "señores",
aristócratas monárquicos ligados con el
obispo del lugar, monárquico también.
En cuanto a la epidemia de pretendidas apariciones que
desde 1872 se extiende a partir de Krüth/Neubois
en la Alsacia-Lorena ocupada, traduce el desarraigo
y las angustias de una población rural católica,
de piedad simple, afectada por la situación que
sufre. A partir de esta época, la era de las
grandes apariciones atestatarias en Francia se cierra,
primero por que se perfila la perspectiva del acercamiento
de los católicos a la República (1891)
–las mariofanías que predican la soberanía
de Cristo y, en consecuencia, la de un rey, se vuelven
molestas–, y en segundo lugar por que la piedad popular
encuentra nuevos modos de expresión, sobre el
terreno del apostolado social en particular, que sancionará
con fuerza la encíclica Rerum Novarum (1891).
De esta manera las apariciones de la Virgen a Ana-María
Coste, en Lyon (1882-1883), y aquellas de las que es
beneficiario en 1888 el joven Jean Bernard en Vallensanges,
no tienen a penas eco; y los hechos de Tilly-sur-Seulles
(1896-1899) denotan bien, por su complejidad, su politización
y por las desviaciones que ocasionan, que hay un grave
problema de adecuación entre la realidad vivida
por el pueblo de Dios y los mensajes atribuidos
a la Virgen María. Los obispos son conscientes
de ello, y rehusan en adelante a reconocer nuevos hechos
de aparición, no dudan en intervenir fuertemente
para poner término a manifestaciones cuyo carácter
desviante pone en peligro la comunión eclesial.
¿Porque
no unir una aparición más, en La Solana,
a un mujer, Maria Antonia, en el año 1850, a esta
larga lista?. ¿Acaso no se repiten los mismos elementos
que en las anteriormente nombradas?. ¿Qué
ocurrió para que la historia solanera olvidara
este acontecimiento? ¿Que llevó a este pueblo
a olvidar este gran misterio?. De hecho, ¿ no vería
ya algo de esto la Virgen, y por eso, mandó a Maria
Antonia hacia Manzanares donde las personas lo veían
con más fe que La Solana?. ¿Porqué
los milagros de la Virgen del Consuelo se realizan en
Manzanares y no en nuestro pueblo?, ¿No será
acaso por ser un pueblo de "dura cerviz" y profunda
increencia?. Pensad todo esto, y sacad vuestra propia
interpretación.
SEXTA
HOMILIA
--La
Virgen del Consuelo ¿es María de Nazaret?
Por
Antonio Campillo Briones
Queridos
hermanos:
El
otro día agradecía a los sacerdotes de esta
Parroquia por sacar un poco de las cenizas del olvido
la devoción a la Virgen del Consuelo, exponente
de la fe secular que nos legaron nuestros antepasados,
y que gracias al impulso e iniciativa de ellos estamos
reviviendo en estos días de la novena lo que el
pueblo de La Solana vivió, prodigiosamente, un
día 25 del mes de Mayo del año 1850: La
aparición de la Virgen del Consuelo a Mª Antonia,
“ joven piadosa, con profunda fe y que ayudaba a los
pobres que lo necesitaban”.
Es
lo que hacemos ante su imagen…la imagen de la Madre
de Dios, como Ella misma quiso ser representada…Como
amparo, protección y bálsamo consolador
para sus hijos, y con el niño Jesús mostrando
de su costado abierto el amor de su corazón para
ser nuestro consuelo y al tiempo nos “consolida”
en la fe, pues consolar, os decía, es igual
a consolidar…consolidar es sinónimo de su acción
de consolar.
La
Virgen del Consuelo, pues, nos debe consolidar, nos debe
reafirmar en la fe de su Hijo…Ella no es otra que la Virgen
del evangelio, María de Nazaret, en la que nos
queremos fijar, y aunque ya glorificada al participar
de la gloria de su Hijo, con su aparición en esta
Iglesia, quiso estar de esta forma muy cercana a nosotros,
y al mostrarnos a su hijo con el corazón abierto
nos está invitando y nos ayuda a seguir fielmente
a Jesús, a ser fieles a su Evangelio, a ser verdaderos
cristianos.
Los
peregrinos a Tierra Santa al visitar la Basílica
de la Anunciación en Nazaret, construida sobre
la casa-cueva-habitación de la Virgen, donde
recibió el anuncio del ángel y se efectuó
el Misterio de la Encarnación del Verbo de Dios
en sus purísimas entrañas, vieron en el
atrio entorno a la Basílica distintos cuadros
de otras tantas advocaciones de la Virgen de todo el
mundo…en clara indicación que todas ellas hacían
referencia a la Virgen de Nazaret, una joven de unos
13 o 14 años, elegida por Dios, y cuya imagen
adorna la fachada lateral de la Basílica en torno
a las letras de la salve.
Pues
veamos a María que nos presentan los Evangelios,
a la Virgen de Nazaret. Pues solamente en esa creemos,
solamente en esa ponemos nuestra confianza. La Virgen
del Consuelo es María de Nazaret.
1
) UNA MUJER CREYENTE
María
del Evangelio es una mujer creyente (¡es la primera
cristiana!): Que libre y totalmente acoge la palabra de
Dios. "Aquí está la esclava del
Señor, hágase en mí según
tu palabra" . Con estas palabras responde al
ángel en la plena aceptación a los designios
de Dios sobre ella. (Lc. 1,38).
Y
que se mantiene fiel a Dios en su fe, sin signos y prodigios,
entonces sin milagros; "estaban de pie junto
a la cruz de Jesús su madre…" (Jn. 19,25),
mientras los soldados se reparten la ropa de Jesús
echándola a suertes (Mc. 15,24) y los sumos sacerdotes,
en compañía de los letrados se burlan del
agonizante Jesús, el "Hijo del Altísimo"
(Lc. 23,35; Mc. 15,31-32, Lc. 1,31-33).
Esa
es María del Evangelio, María de Nazaret
en el momento cumbre de su participación en la
obra redentora de su Hijo Jesús. Y ante aquella
gente apareció como la madre del malhechor entre
los malhechores: “crucificado fuera de la ciudad entre
dos bandidos.” (Mc. 15,27).
María
de Nazaret, la única Madre de Dios que en la imagen
de la Virgen del Consuelo nos presenta a su Hijo, diciéndonos
con su corazón abierto que Dios es Amor y que apoyados
y en la confianza en ese amor nos da fuerzas, (y este
es el gran consuelo), para superarlo todo, sin buscar
el “milagro fácil”, como ella superó los
momentos duros y amargos de su vida, fiel a la voluntad
de Dios.
María
del Evangelio es una mujer judía, que nació,
vivió y murió pobre. Una mujer pobre que
ayudó a los pobres:
Recordemos:
En su concepción virginal, las sospechas recayeron
sobre ella; Al concebir por obra del Espíritu
Santo “José, su esposo, siendo justo no quiso
denunciarla y resolvió repudiarla en secreto”
(Mt. 1,18-19). Ella es la Madre del consuelo,
que acompañó a los necesitados, a su prima
santa Isabel cuando necesitaba su compañía
y ayuda, cuando fue de prisa a la montaña a servirla
en su necesidad. Y en las bodas de Caná intercedía,
y así consuela a unos novios sacándoles
de apuros, “dijo la madre de Jesús: No tienen
vino” (Lc. 1,39-56; Jn. 2,1-11).
Y
eso es lo que el Padre y su Hijo Jesús quisieron
de María. “Bienaventurados los pobre en el
espíritu porque de ellos es el reino de Dios ”
(Lc. 6,20), predicó Jesús en la montaña.
Es
la invitación que nos hace la Virgen de vivir como
ella esta bienaventuranza, confiados en las manos de Dios,
esto es ser pobre según el evangelio, y sin olvidar
nuestra ayuda a los más necesitados. Nos lo recuerda
Juan Pablo II en la Carta Encíclica "Sollicitudo
Rei Socialis": “Los cristianos están llamados
a aliviar la miseria de los que sufren cerca o lejos,
no sólo con lo "superfluo", sino con
lo "necesario.
La
siempre invocada y aún no completamente asumida
opción cristiana preferencial por los pobres; es
la doctrina del evangelio, es la doctrina de siempre,
y así se nos dice también de Maria Antonia,
que era una “ joven piadosa, con profunda fe y que
ayudaba a los pobres que lo necesitaban”.
3
) MUJER CONSOLADA Y CONSOLADORA
María
del Evangelio, María de Nazaret, es la mujer consolada
al recibir la visita de su Hijo resucitado en la mañana
del domingo de resurrección.
Fue
consolada no sólo en un sentido sensible sino sobre
todo de una forma sobrenatural quedando consolidada en
la fe…Como los discípulos del Señor que
después que “vieron” a Jesús resucitado,
“empezaron a creer.
Ella,
Maria del evangelio, es la Madre del Mayor Consuelo… supo
estar al lado de su Hijo durante los momentos más
difíciles ofreciéndole su consuelo, es la
"virgen oferente", que supo entregar a Dios
lo más precioso que podemos dar, que es nuestra
vida en servicio a los demás, y nos da a nosotros,
junto con el consuelo en los momentos difíciles
de nuestras vidas, lo más precioso que tiene una
madre, que es su propio hijo Jesús: Consuelo radical
en nuestra experiencia existencial.
Y
que como recordábamos el otro día, en palabras
del Sr. Obispo, que la rehabilitación de la memoria
y culto de la Virgen del Consuelo redunden en bien espiritual
de todos nosotros. Con ella, como Madre, en torno al Señor
Resucitado, presente en la Eucaristía, se aumentará
nuestra fe y compromiso cristiano, nos consolidaremos
como cristianos en la fe,,,seremos “consolados”… y
que hagamos de nuestras vidas comprometidas en favor de
los más necesitados un testimonio atrayente para
todos los que nos contemplen…
Será
el fruto espiritual de nuestra devoción acrecentada
a la Madre de Dios, a Maria de Nazaret, a la Virgen del
Consuelo. Amen.

SEPTIMA
HOMILIA
La Virgen del Consuelo
y su ayuda al pobre
Por
Candelo López Serrano
Vamos
a preguntarnos, en nuestra celebración de hoy,
qué respuesta dio la Virgen al Angel cuando le
ofreció una pregunta: ¿quieres ser la
madre del Salvador?; ella se turbo, nos dice San Lucas,
y sintió el miedo de lo inesperado pero, como
dijo el Papa Juan Pablo en la encíclica "
La Madre del Redentor", n. 13, María respondió
un SI activo "con todo su yo humano, femenino"
al plan de Dios sobre su reinado en el mundo, al plan
de Dios sobre ella en función de ese reinado
(ver en Lc. 1,26-38). Es decir, con su respuesta se
entregaba toda ella.
El
no tener pecado no quiere decir no tener tentaciones,
dificultades para cumplir la voluntad de Dios. Las tuvo
Cristo (Mc. 1,13; 3,21; 6,1-6ª; 8,11-12.16-21.31-33;
14,32-36; 15,34 etc.) Tampoco a María, sin pecado
original, llena de la gracia de Dios, se le dio todo
hecho. Toda gracia y privilegio de Dios es también
responsabilidad. La gracia de Dios previene y socorre,
pero no nos evita las dificultades y tentaciones. María
diariamente cooperó con la gracia del buen Dios
cuyo poder no nos ayuda a evitarlo todo sino a poder
superarlo todo. Por eso María cooperó
para que la Salvación , el Reinado de Dios:
En
la Carta de Puebla dice, citando las palabras de Juan
Pablo II, que María "en el Magnificat se manifiesta
como modelo para quienes no aceptan pasivamente las circunstancias
adversas de la vida personal y social, ni son víctimas
de la alienación" (Puebla 297) y "proclama
que la salvación tiene que ver con la justicia
hacia los pobres" (Puebla 1.144). Y de nuevo, citando
las palabras del mismo Juan Pablo II, afirma Puebla: que
"De María… parte también el compromiso
auténtico con los demás hombres, nuestros
hermanos, especialmente por los más pobres y necesitados
y por la necesaria transformación de la sociedad"
(Puebla 1.144). La Inmaculada nos dice que la victoria
sobre el pecado es también posible, real y concreta
en nuestra sociedad.
Por
tanto, su SI es un si activo, comprometido
con el hombre y la fe.
Esta
actitud de María, descrita por el Papa Juan Pablo
II en varios encuentros, se hace realidad en la presencia
de la Virgen del Consuelo en medio de nuestro pueblo.
Bien nos los cuenta el sacerdote Don Alfonso López
de la Osa , cuando dice que la Virgen solo quiere ayudar
a los que la necesiten, dice así: “ El 12 de Julio
la vio, estando esta feliz criatura en su aposento, despidiendo
rayos de luz y cercada de estrellas. Esta bondadosa Madre,
mirándola con el rostro lleno de alegría
le dijo: Pídeme, hija mía, que he de
concederte gracias a ti y a todas las personas por quién
tu pidas… . Jamás había llegado a sus
oídos se honrara con culto particular a María
Santísima bajo tal título, si bien sabía
la apellidaba nuestra Santa Madre la Iglesia Consolatrix
Aflictorum” Es decir, la Virgen del Consuelo, sin duda,
vino a estar con nosotros y recordarnos que su nombre
“ consuelo ”, indica la misión que el Padre la
encomendó cuando el angel Gabriel le había
pedido su SI. Aquella afirmación de María
la comprometió con Dios y con el hombre, desde
el inicio de la nueva Creación hasta el fina de
los tiempos, por eso, no nos puede extrañas que
en tantas apariciones del siglo XIX, la Virgen solo quisiera
ser reconocida como Madre Inmaculada y comprometida con
el hombre de todos los hombres.
Que
la Virgen del Consuelo acoja nuestros dolores y sufrimientos,
y nos ayuda a caminar con la entereza que la fe nos
da.
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