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ORIENTACIONES 
  PASTORALES 
  
  I. 
LITURGIA DE LA PALABRA EN LA MISA CON NIÑOS 
 La 
ordenación General del Misal romano, en su número, 
33 nos dice: "las lecturas tomadas de la sagrada Escritura constituyen la 
parte principal de la liturgia de la palabra", por eso no pueden faltar en 
las misas que se celebran con niños. No obstante, está permitido 
elegir dos lecturas o una sola, sin que falte nunca la lectura del Evangelio (Directorio 
nº 42, p. 26) Más aún, las lecturas se pueden tomar del Leccionario 
del Misal romano, del leccionario preparado para los niños, pudiendo, al 
algún caso, tomarse de las versiones de Sagrada Escritura que, admitidas 
por la autoridad competente, existen ya para la catequesis de los niños" 
(Directorio nº 43 y 45. p.26). "El criterio para elegir las lecturas 
debe ser la cualidad mas que la cantidad del texto de la Sagrada Escritura. Una 
lectura breve no es siempre, y por sí misma, más adecuada a los 
niños que otra prolongada". Siempre "han de evitarse las 
"paráfrasis" del texto de la Sagrada Escritura" (Directorio 
nº 4-5, p.26)   Entre 
las dos lecturas, los niños participan siempre en unos de estos cantos: - 
un salmo , cuidadosamente seleccionado de acuerdo con su capacidad, - un cántico, 
de tipo salmódico - el canto del "Aleluya", seguido de un 
versículo sencillo. "Nada impide que, alguna vez, un silencio 
meditativo reemplace al canto" (Directorio 46, p.26   En 
las misas con niños, la homilía tiene una gran importancia. A través 
de ella, se procura que los niños profundicen en la palabra de Dios, que 
les ha sido proclamada, para aplicarla a la vida. "algunas vez, puede 
realizarse en diálogo con ellos, a no ser que se prefiera que escuchen 
en silencio" (Directorio 48, p .27). Como vemos, el directorio nos invita 
que, sólo en algunas misas, dialoguemos con los niños, esto no puede 
ser la pauta habitual para todas las misas con ellos.  "El 
sacerdote, al hablar a los niños, el sacerdote debe intentar que estos 
puedan entenderle con facilidad, evitando formas de expresión infantilizantes 
o demasiado pueriles" (Directorio, nº 23, p.20) En 
algunos casos, algún adulto que participa en la misa con los niños, 
con permiso del sacerdote, les puede dirigir la palabra después del evangelio. 
(directorio nº 43, p.27) 
  
  Para 
que los niños hagan suyas las lecturas bíblicas y descubran cada 
día más la dignidad de la Palabra de Dios, debe concederse también 
gran importancia a las moniciones. Estas tienen por finalidad preparar a los niños 
para escuchar bien y provechosamente las lecturas, explicando el contexto o haciendo 
una introducción al texto. En la misa de un santo, se puede narrar algún 
aspecto de su vida, no sólo en la homilía, sino también antes 
de las lecturas a modo de introducción. (Directorio nº 43, p.27) "Las 
moniciones que se hagan libremente deben conducir a los niños a una participación 
auténtica y no ser meras exposiciones didácticas". (Directorio 
nº 23, p.20)
  Las 
lecturas de las misas con niños pueden ser hechas por los niños, 
a excepción del Evangelio, que corresponde al sacerdote o al diácono. 
Es conveniente que los catequistas lean alguna vez las lecturas, y sean ellos 
quienes las introduzcan con las moniciones. Cuando 
lo permita el texto, es muy positivo que los niños lo lean distribuyéndose 
partes distintas tal y como establece el propio texto. La dramatización 
o escenificación de los pasajes bíblicos deben hacerse fuera de 
la celebración, en la catequesis o en la preparación de la misa, 
para no desvirtuar la fuerza de la proclamación de la palabra. Aconseja 
el Directorio en su número 47, punto 27, que los catequistas y sacerdotes 
deben iniciar y formar a los niños en el ejercicio de la función 
de lectores y de acólitos, como un aspecto muy valioso de la iniciación 
en la participación de la liturgia. 
  
 
 
 
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