Historia



CAPITULO XXX

EL RETABLO DE LA IGLESIA DE SANTA CATALINA

La falta de un retablo en la iglesia de Santa Catalina era una inquietud que ya mostraron los visitadores a comienzos del siglo XVI(1), pero la necesidad de acometer otras obras más necesarias, como eran la finalización del cuerpo y capillas, así como la construcción de una sacristía, la tribuna y la torre, irán retrasando la posibilidad de construir dicho retablo.

Al comienzo de la década de los setenta con la mayor parte de las obras realizadas, y con la construcción de la torre muy avanzada, el Concejo de La Solana se plantea acometer la construcción del retablo.

La primera necesidad que se observa para construirlo es conseguir el dinero suficiente, para lo que se recurrirá, como se venía haciendo hasta ahora, al arrendamiento de la dehesa de la villa, que había servido hasta este momento para financiar la mayor parte de las obras de la iglesia. De esta forma el 8 de febrero de 1572, Don Pedro Ruiz, administrador perpetuo de la Orden de Caballería de Santiago, acepta la petición realizada por el juez de residencia de la provincia del Campo de Montiel, en nombre del Concejo de la villa de La Solana , para sembrar un cuarto de la dehesa de la villa por espacio de tres años, ya que “la yglesia parroquial della tiene mucha necesidad de hazer en ella una tribuna e acabar la torre que se haze e un retablo e puertas y portadas dellas” . La iglesia se encargará de vender el trigo que se consiga y “los vecinos la varruechen y siembren e axan el pan y que todo el fructo que se axien en tres años que sea de sembrar y de fructar sea para la yglesia para que del se hagan los dichos edificios y el gasto del acavar y lo que se haga sea a costa de los dichos vecinos los cuales tienen por vien de lo dar de limosna a la dicha yglesia para el efecto susodicho” .

La petición del Ayuntamiento es aceptada por el Consejo de Órdenes Militares, aunque para evitar que alguna persona se vea perjudicada por su decisión, ordena que se que ha de “juntar al ayuntamiento a concejo abierto un dia de domingo o fiesta de guardar por la tarde los vecinos e moradores que quisieren” para que de esta forma si hay alguna persona en contra de esta decisión, exponga sus razones y se tome una decisión justa (2).

Sin embargo, los oficiales del Ayuntamiento de la villa se dan cuenta que los ingresos que se obtengan por la dehesa no serán suficientes para construir el retablo, y más teniendo que ser compartidos con otras necesidades constructivas de la iglesia, como han indicado en la petición realizada. Para subsanar este problema, el 6 de enero de 1573, los alcaldes Alonso Díaz y Cristóbal Ruiz, y los regidores Alonso Gómez, Juan Gómez Serrano, Juan Gómez Herreros, Juan Ruiz y Juan Díaz dictarán unas ordenanzas, con el objetivo de conseguir un dinero extra, que facilite la construcción del retablo, y que vamos a reproducir a continuación:

“Primeramente acordaron que quanto muchas personas en dias de fiestas, de pascuas, domingos y otras que manda haçer la Santa Madre Iglesia, haziendo lo que no deben… van por las calles y plaças entretanto que se dize la misa mayor, lo qual resultan escandalosos e mas inconvenientes de que Nuestro Señor Dios es de servir, los quales no cumplen con el preceto de Nuestra Santa Yglesia y para remediar lo susodicho ordenaron y mandaron que entretanto que se dize la misa mayor en los dichos dias fueren hallados en las calles y plaças y otras partes fuera de la iglesia después del evangelio, tocando las campanas y después de tocadas tengan de pena y paguen dos reales por cada vez que fueren hallados los quales se aplicaron para la obra del retablo que se quiere hazer en la dicha yglesia y que esta pena no se pueda remitir en ninguna … y asimismo este un dia en la carcel.

Yten por quanto muchas personas haziendo lo que no deben que los dichos dias de fiesta antes de misa mayor entretanto que se dizen las oras y oficios, unos juegan pelota bola y otros juegos que resultan escandalosos e inconvenientes ordenaron y mandaron que de aquí adelante los dichos dias ninguna persona juegue a los dichos juegos ni a algunos dellos antes de misa mayor y entretanto que se dijeran las oras, canonias y el oficio de uno, so pena de quatro reales por cada vez y cada uno que los hiziere aplicados para la obra del dicho retablo y un dia de carcel.

Yten por quanto se ha visto… de sacar leña a cuestas de la dicha dehesa el que ande estando el monte asi carrasca como matorrales que avia de la dicha dehesa para el amparo de los ganados de que resultando universal a la dicha villa ordenaron y mandaron que de aquí adelante ninguna persona saque ningun genero de leña de la dicha dehesa a cuestas so pena que por cada haz que sacare pague dos reales aplicados para el dicho retablo demas de las penas que por ordenanças de su majestad estan puestas contra los que cortaren y entraren a la dicha dehesa que aquí no se toca, que sean aplicados para la obra del dicho retablo.

Yten porque sea visto por yr personas que de causa de sacarse la caça (caza) desta villa sea encarecido y aun los vecinos que han menester no la hazen por sus dineros, ordenamos y mandamos que de aquí adelante ninguna persona no saque desta villa ningun genero de caça para lo llevar fuera desta orden ni se la vendan ningun vecino desta villa so pena de aver perdido la caça que ansi ovieren comprado para la saçon de la dicha orden y de cada doscientos maravedíes aplicados para la obra del dicho retablo y que vecino que vendiere cada una de perdiçes y mas de dos reales y una liebre por dos reales y un conejo por quarenta maravedíes lo aya perdido y mas dos reales por cada vez que se diere del precio aplicado para la obra del dicho retablo.

Otrosi de hablar algarabía los moriscos que en esta villa estan avecindados por orden de su majestad resultan inconvenientes, ordenaron y mandaron que de aqui delante cualquier morisco que hablare algarabía tengan en cada vez medio real aplicado para el dicho retablo, y el que no fuera a misa en dia de fiesta por cada vez que faltare no teniendo causa justa pague de pena un real aplicado para el dicho retablo.

Yten que de causa de tener los molineros en los molinos puercos, gallinas y perros, los que van a moler reciben daño, ordenaron y mandaron que de aquí adelante los molinos desta villa no tengan los molineros puercos, gallinas ni perros de ningun genero so pena que por cada puerco, gallina o perro que tuvieren paguen seis reales, quatro para el que lo demandare y los otros dos para la obra del dicho retablo.

Otrosy ordenaron y mandaron que ningun vecino desta villa de aquí adelante no salga della con carro los dichos dias de fiesta hasta averse puesto el sol ni vaya carro antes de la dicha ora para otra cosa ninguna ni entre con carro en la dicha villa los dias de fiesta de dia sino fuese veniendo de camino del molino so pena de quatro reales cada vez que lo hicieren aplicados para la obra del dicho retablo.

Yten que los forasteros que se hallaren en esta dicha villa en los dichos dias de fiesta con carros no puedan hazer para salir della hasta tanto que se aya dicho la misa mayor so pena de quatro reales cada uno que lo hiziera aplicados para el dicho retablo.

Las quales dichas ordenanzas los dichos señores oficiales del ayuntamiento mandaron que se guarden, cumplan y ejecuten como en cada una dellas y las penas contenidas y… mandaron que se pregonen públicamente en la plaça publica desta villa y lo firmaron” (3).

Como podemos observar, el Ayuntamiento se encargó de gravar la falta de cumplimiento de los deberes religiosos, junto a otras de salubridad pública o regulación de la recogida de leña y la caza, para conseguir los fondos que permitieran dar comienzo a la construcción del retablo.

Las obras del retablo comenzarán en la segunda mitad de la década de los años setenta, prolongándose hasta mediados de la década siguiente, siendo los maestros encargados de su realización Luís de Vellorino y Juan Ruiz Delvira. La realización del retablo se alargará más de lo acordado, como nos muestra el hecho de que el 6 de marzo de 1583, el Concejo de La Solana , como “la obra del retablo a muchos dias que avia ser acabado y es pasado el tiempo” , decide que se hagan las diligencias necesarias para que la obra llegue a su término, nombrando a Juan de Salazar y Alonso Sánchez para llevarlas a cabo (4).

Las gestiones parece que tuvieron éxito, pues el 3 de octubre de dicho año, se habla con Luís de Vellorino, entallador de la obra, para que “en la semana venidera venga a asentar el dicho retablo como es obligado” , tras lo cual se hará la tasación correspondiente. Al igual que se retrasó la confección del retablo, lo mismo le pasó a la tasación, de forma que el 22 de julio de 1584, los autores del retablo, Luís de Vellorino y Juan Ruiz, piden que ésta se lleve a cabo, y el 2 de agosto se decide que como “tienen asentado el retablo en la iglesia desta villa” , se traiga a Miguel Barroso, vecino de Alcázar, para que vea si la obra está bien hecha y realice la tasación, debiendo estar terminada el día de todos los Santos (5).

Sin embargo, esto no supuso la finalización del retablo, pues sería necesario llevar a cabo el dorado y pintado de sus piezas, lo que se realizaría en los dos años siguientes, posiblemente por Juan Ruiz Delvira, pues cuando en julio de 1586, éste pide una nueva tasación del retablo, Luís de Vellorino no aparece ya, habiendo terminado la parte de la obra que le correspondía. El 10 de septiembre se decide que cada una de las partes, nombre a sus propios tasadores, eligiendo el Ayuntamiento de nuevo a Miguel Barroso, mientras que Juan Ruiz Delvira escoge a Juan Sánchez de Ávila, vecino de Toledo, para tasar la pintura y a Antonio Fernández, vecino de Ciudad Real, para la escultura y arquitectura (6).

Magnifico retablo de la Iglesia de Santa Catalina (S, XVI-XVII), destruido totalmente en la Guerra Civil Española en Julio del año 1936

El fuerte gasto necesario para hacer el retablo, se observa en el hecho de que al tener que pagar la iglesia de Santa Catalina el salario del tasador Miguel Barroso, que asciende a ocho reales diarios, informa al Ayuntamiento que no tiene “dineros para pagar su salario” , decidiéndose que el mayordomo de la iglesia venda el trigo “de la dicha yglesia para esta necesidad” , y lo compren los vecinos para darlo al alforí (7) (pósito) en pago del que deben (8).

Sobre los autores del retablo, de Luís de Vellorino desconocemos detalles de su vida, o de otras obras que realizó, no así de Juan Ruiz Delvira, miembro de una importante familia de entalladores, pintores y doradores, vecinos de Manzanares. Juan era el hermano mayor, y además de realizar el retablo de La Solana , es posible que participara en la construcción del de la iglesia parroquial de la Asunción de Manzanares, en la que compró una capilla para su enterramiento, denominada del Espíritu Santo, pasando a conocerse desde ese momento como de los Entalladores, correspondiendo en la actualidad con la de la Virgen de los Dolores. Sus hermanos, Cristóbal y Pedro, que según parece trabajaron en varias iglesias de Galicia, fueron contratados a finales de 1613 o comienzos del año siguiente por Giraldo de Merlo, para llevar a cabo el pintado, dorado y estofado de una cuarta parte del retablo de la Virgen del Prado de Ciudad Real, que no pudo terminar su yerno, Juan de Asten. Cristóbal y Pedro en los últimos años de su vida se trasladaron a vivir a Daimiel (9).

 

El retablo del altar mayor de la iglesia de Santa Catalina de La Solana es de estilo romanista, que surge en el último tercio del siglo XVI y comienzos del XVII, como una variante española del Manierismo imperante en Europa.

Las necesidades catequéticas del Concilio de Trento, y el hecho de verlas reflejadas en las obras de arte religiosas, provocarán una adaptación del Manierismo, arte con un claro lenguaje clasicista y unas tendencias cultas y refinadas, dirigido a una minoría elitista, no apto para transmitir la emoción y dramatismo del arte religioso tradicional (10).

El estilo romanista recibe este nombre por la influencia de autores romanos, en especial de Miguel Ángel, y se verá reflejado sobre todo en los retablos, donde una serie de esculturas dramáticas y expresivas, van a verse complementadas con una policromía, conseguida a base del dorado y estofado, que servirán para acentuar la emotividad y sensibilidad de las imágenes, aunque no por ello abandonarán la monumentalidad propia del clasicismo manierista, siendo claramente predecesoras del naturalismo propio del Barroco. El estilo romanista se puede considerar un claro nexo de unión entre el Manierismo y el Barroco (11). Los mensajes transmitidos por las figuras del retablo tienen que ser claros y concisos, sirviendo de complemento a la liturgia, debiendo atraer la atención de los fieles a la vez que fomentaban su devoción.

La palabra retablo procede de dos vocablos latinos: “retro” y “tabolarum”, que nos indican de forma clara, su forma y ubicación: “tabla que se coloca detrás”, generalmente del altar mayor, como es el caso que nos ocupa, debiendo adaptarse a la cabecera, zona en la que se suele situar, resultando una compleja estructura, en la que se mezcla la arquitectura, la escultura y la pintura. Por norma general son de madera, a la que posteriormente se le hace el dorado, que consiste en recubrir con pan de oro las esculturas y relieves, que posteriormente son estofados, es decir pintados, por norma general con pintura al temple, actuando con posterioridad sobre ella con un punzón, para que aflore el pan de oro, en los lugares que se considere oportuno.

Los maestros que realizaban los retablos solían ser de dos clases: los entalladores, que se encargaban de realizar la estructura y ensamblarla, y en muchas ocasiones también confeccionaban las esculturas; y los pintores, doradores y estofadores, que eran los encargados de dorar y estofar las esculturas y realizar las pinturas, que complementan los retablos.

No es posible hacer un estudio en profundidad del retablo de La Solana , por haber sido destruido al comienzo de la Guerra Civil , en 1936, aunque la existencia de algunas fotografías, nos permiten la realización de un análisis de sus características principales y de las influencias o similitudes con otras obras de su entorno.

El retablo, en su sección vertical constaba de un banco o predela, tres cuerpos y un ático, separados por unos frisos corridos decorados profusamente, mientras que en la horizontal encontramos cinco calles y dos entrecalles separadas todas por columnas, siendo éstas dobles en los extremos y en la separación de las entrecalles y las calles que presentan pinturas.

En el banco o predela había seis casas, donde encontramos mediorrelieves con escenas religiosas, en cada una de las situadas en los extremos se ve la representación de dos Santos Padres de la Iglesia , mientras que en el resto podrían aparecer momentos de la vida de Jesús.

En la calle central, encontramos el sagrario en el primer cuerpo, donde se custodiaba el Santísimo Sacramento, en el segundo la imagen de Santa Catalina de Alejandría inscrita en una orla, a cuya advocación estaba y está adscrita la parroquia, junto a los atributos de su martirio, la espada y la rueda, mientras que en el superior encontramos la Asunción de la Virgen , cuya devoción estaba muy arraigada en la zona, como lo demuestran numerosas iglesias parroquiales cercanas con dicha advocación (Manzanares, Valdepeñas).

En las calles exteriores y en las entrecalles se encuentran situados los doce apóstoles, pudiendo identificar a San Juan en la entrecalle superior izquierda y a San Andrés en el mismo cuerpo pero en el extremo de la derecha, según se mira de frente. Estas calles y entrecalles están separadas por otras que presentan pinturas, encontrando en total seis, tres a cada lado, siendo éstas imposibles de identificar con certeza con las fotos que poseemos, no obstante según Antonio García Cervigón, las situadas en el lado izquierdo podrían representar, comenzando por la superior, la Anunciación a María, el Nacimiento de Jesús y la Adoración de los Reyes Magos, mientras que las situadas en el lado derecho, comenzando igualmente por la superior, nos mostrarían el Descendimiento de Jesús de la Cruz , Entierro y Resurrección (12), hecho lógico, pues aparecerían en uno de los lados, los hechos cruciales del Nacimiento de Jesús, y en el otro los de su Muerte y Resurrección, dentro de las teorías trentinas, que buscaban la catequización de los fieles.

En el ático o parte superior del retablo aparece representado el Calvario, rematado por un frontón semicircular partido en el centro, lugar destinado a la figura de Dios Padre sentado en su trono. En la parte central aparece Jesús en la Cruz , acompañado por la Virgen María y San Juan, mientras que en los laterales encontramos otras dos esculturas que pudieran ser San Pablo y San Bernabé, hallándose en el exterior del marco arquitectónico las figuras en la cruz del buen y el mal ladrón, Dimas y Gestas.

Respecto al encuadramiento de las figuras, todas están dentro de sus correspondientes hornacinas, exceptuando las del cuerpo central, el buen y el mal ladrón, las alegorías recostadas que coronan las calles laterales, angelillos y la de Dios Padre. Las calles y entrecalles están delimitadas por columnas siguiendo el siguiente orden: en el primer cuerpo son jónicas, observándose perfectamente las volutas, mientras que en el segundo y tercero son corintias, es de suponer que los fustes de todas son estriados, aunque no se puede apreciar con claridad, pero lo que sí es obvio es la decoración de éstos en su tercio inferior, siguiendo la norma del momento, último tercio del siglo XVI, pues a comienzos de la siguiente centuria se tenderá hacia una depuración artística, desapareciendo el ornato de las columnas, véase como ejemplo el retablo de Nuestra Señora del Prado en Ciudad Real, en el que las columnas aparecen estriadas en su totalidad, mientras que en el de la iglesia de la Asunción de Miguelturra, fechado como el de La Solana , en el último tercio del XVI, las del tercer cuerpo están decoradas en su tercio inferior, presentando dicho retablo gran paralelismo con el de aquí, como veremos más adelante. En la parte del ático las columnas desaparecen siendo sustituidas por pilastras.

En los retablos españoles podemos observar la siguiente evolución: durante la primera mitad del siglo XVI, se utilizan como delimitaciones verticales, los balaustres, que van siendo sustituidos poco a poco por columnas, dejando de utilizarse prácticamente en numerosas regiones, como Extremadura o Sevilla, desde la década de los años sesenta (13). En el retablo de La Solana , apreciamos la utilización de columnas respondiendo así a las tendencias del momento, retalladas en su tercio inferior con motivos vegetales, norma que se irá perdiendo, pasando a ser totalmente estriadas a comienzos del XVII, como ya hemos apuntado, mientras que en la medida que va avanzado el siglo se irán sustituyendo por salomónicas.

Si comparamos el retablo de La Solana , con otros de la provincia, hay uno con el que se ven numerosas y claras similitudes, el de Miguelturra. Estas coincidencias se podrían explicar, si alguno de los artistas trabajara en ambos retablos, porque uno de los dos retablos sirviera de modelo al otro, inclinándonos si esto fuera así porque sería el de La Solana el que serviría de modelo al de Miguelturra, o porque los autores de ambos retablos siguieron los mismos cánones artísticos, bajo una misma influencia y formación, siguiendo a la perfección las normas del momento. Las similitudes entre ambos retablos son las siguientes:

  • La misma distribución de cuerpos y calles, teniendo ambos una predela con seis casas, tres cuerpos y un ático. Los tres cuerpos tienen el mismo número de calles y entrecalles, y con la misma distribución: un sagrario, la imagen de la advocación a la que está dedicada la iglesia y un altorrelieve, en la calle central; separada de las entrecalles por columnas que enmarcan a los apóstoles, presentando en el otro lado columnas dobles como separación de las siguientes calles que presentan pinturas, y a continuación las calles exteriores, enmarcadas por columnas, con el resto de los apóstoles.
  • Las dos únicas casas de la predela del retablo de La Solana , en las que se pueden identificar las escenas, coinciden exactamente con las del retablo de Miguelturra: dos Santos Padres de la Iglesia , sentados uno frente a otro con una mesa entre ambos.
  • Las columnas que delimitan las esculturas y pinturas, tienen una misma distribución, con doble columna entre las entrecalles y las calles donde están realizadas las pinturas, coincidiendo los órdenes arquitectónicos: jónico en el cuerpo inferior, y corintio en el intermedio y superior. La única diferencia que se puede ver es que en Miguelturra sólo están retallados en el tercio inferior las columnas del tercer cuerpo, frente a las de La Solana , en donde todas fueron retalladas, característica que denota que éste se construyera antes, pues como hemos dicho con el tiempo se va abandonando esta práctica, para desembocar en un estilo más depurado.
  • El ático de ambos retablos, presenta la misma iconografía, el Calvario, aunque no se han conservado ninguno de los dos en la actualidad, pues el de Miguelturra también se perdió, siendo sustituido por otro más reciente.

Respecto a cual de los dos retablos se pudo construir con anterioridad, aunque el de Miguelturra no está totalmente datado, dándose como fecha de construcción el último tercio del siglo XVI, al igual que el de La Solana , hay algunos datos que nos parecen indicar que el de Miguelturra es posterior, como hemos apuntado. El de Ciudad Real, más tardío, presenta más cambios estéticos, no se retalla ninguna columna, están presentes los tres órdenes arquitectónicos; hecho que se realiza en base al cumplimiento de las condiciones de construcción del retablo en las que se indica: “que todas las columnas de la traza aunque en ella estan rebestidos los tercios bajos no se rebistan por ser obra que no se usa ya” (14).

Monumento de Semana Santa colocado en Magnifico retablo destruido de la Iglesia de Santa Catalina

Otro retablo realizado en la misma época es el de Nuestra Señora de los Olmos en Torre de Juan Abad, que se construirá entre 1581 y 1607, siendo realizado por el maestro de Villanueva de los Infantes, Francisco Cano (15). Este retablo tiene una distribución distinta, con sólo dos cuerpos y tres calles, separadas por entrecalles muy pequeñas, y un ático grandioso. Las separaciones entre los cuerpos tienen una decoración recargada, con abundancia de frontones y escudos, por lo que sigue un modelo estilístico distinto.

Un retablo de cronología más tardía, como ya hemos indicado es el de Ciudad Real, que se construye entre 1610 y 1617, siguiendo las condiciones y trazas enviadas desde América por Juan de Villaseca, secretario de Don Luís de Velasco, que desempeño los cargos de Virrey de México y de Perú. El donante entregó diez mil ducados para realizar el retablo en honor a la Virgen del Prado, patrona de Ciudad Real, encargando el proyecto de realización a un arquitecto afincado en México, Andrés de la Concha , encargándose de realizar dicho proyecto, el escultor Girarlo de Merlo y su yerno, el pintor Juan de Asten, aunque este último no pudo completar la obra, siendo contratados para ello, Cristóbal y Pedro Ruiz Delvira (16), hermanos de Juan, que había participado en la realización del retablo de La Solana , como hemos visto con anterioridad.

Retablo de la Catedral de Ciudad Real, en la actualidad, cuyos autores participaron en la construcción del de la Parroquia de Santa Catalina de la Solana

Este retablo tiene notables diferencias con los de La Solana y Miguelturra, que ya hemos analizado, y aunque el número de cuerpos y calles es el mismo, las pinturas han sido sustituidas por altorrelieves, los órdenes de las columnas son distintos: dórico en el cuerpo inferior, jónico en el medio y corintio en el superior, apareciendo todas ellas estriadas y sin decoración. Todas las separaciones de entre calles y entrecalles son con una sola columna. Es un retablo más clasicista y menos recargado, estando influenciado, según Herrera, por el clasicismo moderado de los Leoni (17).

NOTAS

(1)ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (AHN). Sección Órdenes Militares. Santiago. Libro 1078C . Visita de 1515, pág. 70.

(2) AHN. Archivo Judicial de Toledo. Santiago. Legajo 59.630. 1572. Autorización a la villa de La Solana para sembrar un cuarto de la dehesa por tres años para la obra de la iglesia.

(3)ARCHVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE LA SOLANA (AHMLS). Libro 10. Libro de decretos del Ayuntamiento de La Solana (1561-1575). Acuerdos del 6 de enero de 1573.

(4)AHMLS. Libro16. Libro de decretos de Ayuntamiento de La Solana (1581-1587). Acuerdos del 6 de marzo de 1583.

(5)Ibídem. Acuerdos del 3 de octubre de 1583, 22 de julio y 2 de agosto de 1584.

(6)Ibídem. Acuerdos del 10 de septiembre de 1586.

(7)El alholí, alhorí, alforí o alfolí, que con todas estas denominaciones era conocido, es el granero, alhóndiga o pósito donde se guardaba el trigo.

(8)AHMLS. Libro16. Libro de decretos de Ayuntamiento de La Solana (1581-1587). Acuerdos del 11 de septiembre de 1586.

(9)RAMÍREZ DE ARELLANO, Rafael: Al derredor de la Virgen del Prado, patrona de Ciudad Real. Imprenta del Hospicio Provincial. Ciudad Real, 1914, pp. 239, 240 y 241.

(10)CASTILLO, Miguel Ángel: Renacimiento y Manierismo en España. Historia del Arte nº 28. Historia 16. Madrid, 1989, pp. 111 y 113.

(11)CASTAÑER LÓPEZ, Sesqui: “El funcionamiento de la imagen en el retablo alavés de 1500” en Actas del X Congreso de la CEHA (Comité Español de Historia del Arte). Los clasicismos en el arte español. Departamento de Historia del Arte de la UNED. Madrid , 1994, pág. 222.

(12) GARCÍA CERVIGÓN, Antonio: “El estudio del antiguo retablo de Santa Catalina revela su belleza” en Lanza, 2 de febrero de 2000 , pág. 26.

(13)HERNÁNDEZ NIEVES, Román: “Evolución de los soportes y de los órdenes clásicos en el retablo bajoextremeño” en Actas del X Congreso de la CEHA (Comité Español de Historia del Arte). Los clasicismos en el arte español. Departamento de Historia del Arte de la UNED. Madrid , 1994, pág. 227.

(14)MADRID Y MEDINA, Ángela: “Juan de Villaseca y el retablo de la catedral de Ciudad Real” en Cuadernos de Estudios Manchegos nº 15, II época. Instituto de Estudios Manchegos. Ciudad Real, 1984, pág. 164.

(15)BLÁZQUEZ MATEOS, Eduardo: El arte del Renacimiento en Ciudad Real. Biblioteca de Autores Manchegos. Diputación de Ciudad Real. Ciudad Real, 1999, pp. 146 y 147.

(16)MADRID Y MEDINA, Ángela: Op. cit. , pp. 158, 162, 163 y 168.

(17)BLÁZQUEZ MATEOS, Eduardo: Op.cit. , pág. 157.